Todos alguna vez hicimos un pesebre ya sea en la casa o en el colegio, y nos esmerábamos para que quedara lo más real posible pero ¿Conoces su origen?
Según estudios proviene de las tradiciones españolas traídas al nuevo mundo por los colonizadores, ya que recibimos mediante la colonización española la esencia del culto al nacimiento de Cristo, del Niño Jesús, esencia a la que se fueron añadiendo las reinterpretaciones que ahora caracterizan la navidad latinoamericana. Su esencia ha permanecido firme ante los cambios generalizados sufridos por la cultura navideña.
El pesebre lo encontramos en todo el mundo cristiano, pero su origen real está en Italia. Las primeras figuritas, de arcilla, llegan a España hacia 1448 y provienen de Nápoles, donde se representaba el nacimiento del niño únicamente en las iglesias. Luego de esto las figuras comenzaron a fabricarse en España en el siglo XVI, y en el XVII los escultores más reconocidos las fabricaban en cera y en madera.
Su popularización se dió a finales del siglo XVIII: cuando Carlos III dejó el trono de Nápoles para llegar a España como emperador, se trajo consigo su gran afición por los nacimientos y como regalo al príncipe de Asturias, su hijo, encomendó a artistas valencianos la confección de figuritas especiales. esta costumbre echó raíces entre los miembros de la nobleza quienes encomendaron obras semejantes a famosos tallistas.
Un proceso quizá más rico se dio en América a partir de la colonización española al irse sumando la riqueza creativa artesanal que fue caracterizándonos a medida que se producían las fusiones culturales extraordinarias que nos conformaron como hispanoamericanos.
La regionalidad de nuestra cultura aportó al pesebre no sólo sus elementos materiales en los que se resolvía la fe colectiva y la individual, sino también el comportamiento ritual y festivo que los procesos de transculturación fueron diseñando hasta hacerlos característicos de cada zona.
Por ejemplo el venezolano de nuestros días no ha renunciado a la costumbre de «poner el pesebre», incorporándole como compañeros del escenario navideño el arbolito y otros adornos de más reciente introducción. Esto último particularmente en el entorno urbano, en donde se depende cada vez más de la industrialización de la navidad.
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