Parecerá raro que haya incluido en un menú de uno de mis libros (Menús de Mi Cocina a la manera de Caracas. El libro amarillo) con la categoría de plato a la “Reina Pepeada”, una comida rápida de arepera, local popular donde expenden arepas con rellenos de todas clases, para comerlas generalmente de pie y muchas veces antes de ir a dormir.
En realidad es un plato o una comida venezolano típicamente caraqueño, quizás el único del que se conoce donde se originó: La “Arepera de los Hermanos Álvarez”, en un local situado en la antigua Gran Avenida, entre Sabana Grande y la Plaza Venezuela, en la década de los años 50.
La alianza de la arepa con el pollo horneado y el aguacate es extraordinaria y a pesar de eso es una combinación difícil de imaginar, lo que muestra la excelencia de oficio que se practicaba en esa arepera, además el orgullo con el cual la arepa era tratada y hecha, respetando la forma e ingrediente tradicional de la arepa: maíz pilado.
Su nombre, es también característico del hablar popular del caraqueño en esos lugares de mayor actividad desde la medianoche en adelante.
(Nota de la editora: El bautismo de este relleno emblemático fue en honor a Susana Dujim, la primera venezolana y Latinoamericana en ganar el Miss Mundo en 1955, quien muriera a los 79 años este 18 de junio en Margarita).
El periodista Alberto Veloz entrevistó a uno de los creadores de esa emblemática arepera, Heriberto Alvarez y recuerda el origen de ese relleno en Runrunes.com: “En el año 55, abrimos Los Hermanos Álvarez en La Gran Avenida, la que comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande. Estábamos en un punto estratégico, porque teníamos al lado la hermosa floristería de las hermanas Belloso y un negocio muy visitado que se llamaba Todo París.
Nuestros clientes fijos eran Aquiles Nazoa, Oscar Yanes, Billo Frómeta y Abelardo Raidi, entre otros. Ese mismo año, la señorita Susana Dujim ganó el Miss Mundo. Para rendirle homenaje, vestimos de reina a una de nuestras sobrinas, que tenía apenas 12 años. La sentamos como en un altarcito para que la gente la viera en el establecimiento. Entonces pasó un señor y nos preguntó por qué teníamos a esa niña allí. Le explicamos que era un homenaje a la nueva soberana de la belleza. Nos dijo: ‘¡Pero si yo soy el papá de Susana! Se las voy a traer para acá’.
Y así fue. Un viernes, como a las 10:00 de la noche, se apareció la señorita Susana con su papá. Yo le di una tostada en sus manos y le dije: ‘Mire, esta tostadita se la preparó mi mamá especialmente y se va a llamar La Reina, así como lo es usted’. Ella me dijo: ‘Muchas gracias, mijo’, y se la comió con un juguito. Y como en esa época, a las mujeres de buenas curvas, así como Susana, se les llamaba ‘pepiadas’, le pusimos ese apellido a la arepa”.
Artículo de Armando Scanonne
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