La arquitectura tradicional warao contempla un complejo habitacional en el cual los integrantes de una misma subdivisión agrupan sus viviendas siempre sobre las márgenes de los caños, cañitos y ríos, e intercomunicadas entre ellas por puentes hechos del mismo modo en que se hacen los pisos de las casa. En este esquema, los canales pasan a ser las vías de comunicación entre las diferentes familias.
Una típica vivienda warao carece de paredes y consiste en dos estructuras básicas: el piso y el techo, los cuales encajan uno sobre el otro. El piso está normalmente hecho de troncos delgados de temiche, moriche o manada y siempre colocado sobre estrucuturas palafíticas, hechas de troncos más resistentes a suficiente altura, para que nunca se alcanzado por la marea alta.
En cuanto al techo, está sostenido por una estructura parecida a la del piso. Es construido a dos aguas, aunque en décadas recientes se reporta que hay construcciones con techos a cuatros aguas, al parecer incorporadas de los que observan en las construcciones criollas aledañas. Según el tipo de palma que abunda en la región donde habita cada comunidad, el techo puede hacerse de hojas de palma de temiche o de moriche.
Algunos especialistas reportan la utilización de estas mismas hojas de palma para la elaboración de paredes. También se sabe que, desde hace al menos dos décadas comenzó a aumentar el número de casas que utilizan tablas de madera con finalidad. Otras innovaciones arquitectónicas son la construcción de estructuras como letrinas y áreas de baño. Estas últimas se ubican detrás de los grupos de viviendas, aún más cerca del río, una significativa modificación a las tradicionales áreas de baño, ubicadas fuera y lejos de las casas, sólo accesibles en canoas y diferenciadas las de los hombres de mujeres.
Asimismo, desde que la agricultura se volvió una actividad comercial, se construyen galpones especialmente para almacenar el arroz. Para finalizar los años 80, especialistas que visitaron algunso asentamientos warao del Delta reportaron la existencia de unas pequeñas casitas contruidas espeicalmente para aislar a las jóvenes que mestruaban por primera vez. Sin embargo, también se reportaba que estas chocitas, se utilizaban cada vez menos conservándose la tradición sólo en las comunidades con mejor influencia de la cultura occidentalizada.
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