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El Ávila y sus Leyendas

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Todo caraqueño siente una tranquilidad enorme al levantar la mirada y ver el imponente Cerro El Ávila arropar nuestra ciudad. Su imponente verde nos acompaña desde cualquier lugar de la capital y es muy extraño cuando se está en otra metrópolis que no cuenta con un guardián enorme y silencioso.

Desde hace unos años se recuperó el nombre que los indígenas locales le dieron a nuestro cerro, que quiere decir en su lengua «la ola que vino de lejos», “la Ola que se detuvo” o «la mar hecha tierra» ¿Conoces su leyenda?

Según los mitos de los indígenas venezolanos, en tiempos antiguos no existía la montaña ¿Se imaginan una Caracas sin el Ávila presente? Antes todo era plano, se podía ver hasta el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran Diosa del mar y los Dioses lanzarán su ira sobre el pueblo aborigen del Valle de Caracas como castigo a sus rebeliones, violaciones e irreverencias a los espíritus que habitaban en los ríos, bosques y montañas.

Los Chamanes se reunieron para conjurar el castigo, pero no lograban detener lo que habían profetizado los ancianos de las tribus. Fue entonces cuando de pronto un estruendoso sonido se habría paso y una gran ola que pensaban venia del mar, como un sobrenatural golpe mortal arrasaba con piedras, árboles y animales, presagiando la extinción de toda vida sobre la tierra ¿Sería lo que conocemos como un Tsunami?

Frente a su destino y como una sola voz, un desgarrador llanto de arrepentimiento salió de la garganta de todos los habitantes del valle, mientras sus espíritus se elevaban pidiéndole clemencia a los dioses de las tierras del mas allá. Y fue tanto su clamor y el llanto arrepentido de este pueblo que se levantó una gran ola, la más alta que se había visto y toda la gente se arrodilló o e imploró perdón de todo corazón a la Diosa y justo cuando iba a descender la ola sobre ellos, se convirtió en la gran montaña que hoy existe.

Y apareció el Sol y un Arco iris surcó todo el valle. Todos voltearon hacia el cerro reverenciando su imponente silueta gritando, -¡Waraira-Repano!, ¡Waraira- Repano!- y es por esta razón el Cerro El Ávila como lo llamaban los Españoles o Warairarepano como lo llamaban nuestros ancestros, cambia de colores con el paso del Sol, como lo hace el mar.

La Diosa se había apiadado y había perdonado a la tribu.

¡Simplemente hermoso!

Referencias de este artículo.Waraira Repano - Venezuela1811

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