Al subir al páramo merideño uno comienza a respirar ese aire puro y frío que alimenta las ilusiones más bellas, y que convierte a estos parajes en el lugar perfecto para ser feliz con la familia o en pareja.
La sinuosa carretera hacia la sierra de Santo Domingo ofrece unas vistas hermosas. Hay que detenerse unos minutos en la represa para observar las aguas tranquilas y el valle sereno esperando a los viajeros. En esta carretera debe manejar con cuidado y muy despacio, para disfrutar los paisajes y para que sus pasajeros no se mareen.
Al pasar el pueblo de Santo Domingo uno observa sobre la carretera el viejo hotel Moruco, que fue construido en la época de Pérez Jiménez. Después está el hotel Trucha Azul, que parece un pueblito merideño por su construcción armoniosa de tejas y paredes blancas. A un lado de la carretera se encuentra la entrada al hotel Los Frailes, un edificio que parece abandonado y recuerda a un convento donde vivieron algunos monjes peregrinos imaginarios.
Después de luchar un buen rato con las telarañas de la neblina que invade estas montañas, se llega a la espectacular laguna de Mucubají, que es la más célebre del páramo. Deténgase aquí un rato que vale la pena mil veces observar la tranquila masa de agua oscura. La leyenda cuenta que si uno grita en las orillas del agua, un duende le jalará los pies y le llevará hasta el fondo de la laguna.
Al retomar el camino encontrará el pueblo de Apartaderos, donde se puede escuchar a un niño contar, con el acento adorable de los Andes, la triste historia de la loca Luz Caraballo. Un poco más adelante está la que yo considero mejor tienda de artesanías en Mérida: La Casa del Páramo. Pura artesanía autóctona andina. Cómprele aquí algo a su pareja; lo que ella quiera. Saldrá feliz de su aventura y le querrá aún más. En todo el frente, pruebe los pastelitos de trucha en «La Gochita».
Uno pude bajar hacia San Rafael de Mucuchíes, y detenerse en la iglesia de piedra construida por Juan Félix Sánchez, que espera irresistible a toda alma sensible que pase por el páramo. Pero también puede subir hacia el pico del Águila, el lugar más alto de cualquier carretera en Venezuela con 4.100 metros sobre el nivel del mar. Tómese un chocolate caliente en el refugio que allí encontrará. En esa vía se encuentra el desvío hacia el observatorio astronómico «Llano de Hato» y hacia el parque «Mistafí», lugar de crianza del cóndor de los andes.
Definitivamente el páramo merideño es un lugar ideal para alegrar los sentidos y el alma, porque allí usted disfrutará de lo mejor de los parajes montañosos de Venezuela, de un clima perfecto para el afecto y la ternura, y de unos pobladores siempre respetuosos y agradables.
Post de El Universal